La información, como todo proceso de comunicación construye lazos de sentido entre los seres humanos. Cuando se piensa en términos de archivo, este construye, más que una memoria o el simple almacenamiento de documentos acumulados, una entidad de poder que, entre la lucha contra el tiempo, aferrada a la tensión entre la vida y la muerte, y, en consecuencia, proporciona bases para el tejido de una estructura que puede corresponder al Estado y a la identidad individual y colectiva.
Por ello se trata de un gesto arquitectónico, pues además de contar con grandes templos que garantizan su sacralización, construyen de la misma forma edificaciones en la mente colectiva que les permite articularse a un ejercicio de ritualidad común en torno a los documentos curadamente meritorios de constituirse como archivo.
No obstante, cuando el archivo se vuelve virtual y nómada, la misma estructura cambia y empieza a responder a las arquitecturas, tangibles e imaginarias, de sus propios dispositivos. El templo se vuelve la bidimensionalidad de una pantalla que, aunque portamos cada día y creemos manejar en su totalidad, solo es una capa más de la yuxtaposición de su configuración completa que, nos guste o no, nos mantiene bajo el control de las imágenes que nos enmarcan dentro de su estructura, por lo cual los niveles reales de información comienzan a manejarse en capas profundas que se autogestionan en su naturaleza algorítmica y supera nuestra capacidad, con una demanda constante de lo poshumano para la construcción de estas nuevas arquitecturas que, como en un videojuego, requieren nuevos procesos de comunicación y corporeidades para ser habitadas.
Referencias:
Berry, D. (2017). The post archival constallation: The archive under the technical conditions of computational media. En I. Blom, T. Ludemo & E. Rosaak (Eds.) Memory in motion. Archives, Technology and the Social (pp. 103-29). Amterdam: Amsterdam University Press.
Mbembe, A. (sf.). The power of archive and it's limits.
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